Por eso soy AJEF

PARA reverenciar en el Gran Arquitecto del Universo, que es Dios el principio generador que revela la inferioridad del hombre ante la majestad del Cosmos; y profesar la religión que acoge  mi fe, sin que me sea lícito combatir y perseguir a los que no sientan como yo, porque debo y aspiro a ser

TOLERANTE;

 

PARA esclarecer el error, convenciendo al equivocado;

 

PARA combatir toda clase de intolerancia y fanatismo, haciendo que triunfe la RAZÓN y la JUSTICIA; y lucharé por liberar al oprimido de su opresión ya la ignorante de su ignorancia;

 

PARA  vivir cordialmente en cooperación, inteligente y útil con otro  hombre, sin que sea impedimento para ello las diferencias de rango, de razas o ideologías; porque si bien es verdad que no existe la igualdad matemático entre los hombres iguales, no es menos cierto que tenemos idéntico derecho a vivir y todas aspiramos a una común finalidad: la  felicidad;

 

PARA obtener esa felicidad que es relativa, dada la propia desigualdad del hombre, pero que no se puede adquirir por medio del crimen, la ignominia, la traición, el deshonor, la mentira y la apostasía, sino que es patrimonio de las conciencias tranquilas, y que el Apóstol MARTÍ enuncia en su frase “No hay mayor felicidad que la de ser útil a los demás”.

 

PARA engrandecer y enaltecer a mi Patria y servirla Inclusive, con las armas en las manos, ante la agresión extraña cómo reacciona el individuo ante el ultraje o la ofensa gratuita; pero nunca para agredir a la Patria vecina, satisfaciendo deseos deleznables de conquista; porque de todo debo ser respetuoso del DERECHO Ajeno;

 

PARA bregar tesoneramente formando parte de esa “conciencia colectiva mundial” que debe de estar siempre despierta para protestar de las guerras y agresiones injustas de las naciones, aunque las misma no afecten a nuestra Patria; y procurar una más absoluta compenetración de los pueblos, en sus múltiples relaciones: de economía; de cultura, etc., que afianza la “paz mundial”.

 

POR eso soy AJEF para el mundo, pero también lo soy, en un sentido personal.

 

PARA atender a mi desarrollo físico, cuidando de mi cuerpo, por medio de la práctica de los deportes, que respondan al entusiasmo de mi espíritu y resista las exigencias de mi alma, y calmar sus inquietudes satisfaciendo las mas primordiales necesidades espirituales; y también para cumplir el precepto latino de “mente sana en cuerpo sano”, participar en las lides  deportivas con un alto espíritu de competencia; limpiamente por medio del cual la victoria no resulte manchada por ventajas obtenidas de un modo vil y deshonesto, sino que sea colofón del esfuerzo desplegado de superación.

 

PARA huir de los vicios que corroen el alma y depauperan el cuerpo, que embrutecen al hombre y lo aproxima a la animalidad originaria;

 

PARA, por medio de la voluntad, practicar la temperancia en todos los  goces materiales y espirituales, porque aunque soy humano, no debo de olvidar que los excesos conducen a la destrucción y a la infelicidad.

 

PARA  ser moderado en mi lenguaje, conducta y acciones, ya que las  buenas maneras producen una impresión grata a los demás e influyen  favorablemente a que se tenga un buen concepto de nuestra propia persona.

 

PARA  ser discreto, no exhibiendo mis llagas y mis defectos; ni hacer ufana ostentación de mis virtudes y de mis triunfos.

 

PARA  sentir piedad por el caído; simpatías por el débil; perdón para el que nos odia gratuitamente;

 

PARA  que el fracaso no sea meta de nuestros esfuerzos, sino estimulo para nuestros intentos;

 

PARA  ser bondadoso con los humildes y no turbarme con el trato de los poderosos;

 

PARA  cerrar la mano abierta que pide, con el óbolo de la caridad, discreta y no ostensible;

 

PARA saltar sobre el fango de la envidia, del odio y de la maldad; con la serenidad del justo y la majestad del decoro y la dignidad;

 

PARA  amar y defender la Libertad, ya que la esclavitud denigra y rebaja mi condición de hombre;

 

PARA ser moral en todas mis determinaciones como imperativo de mi condición de ser social, para vivir conjuntamente con los demás hombres en comunidad;

 

PARA en fin, sentir hondamente, con la firmeza del convencido, los principios y enseñanzas de la MASONERÍA y decir con orgullo, en su día ¡SOY MASÓN!.